viernes, 21 de enero de 2011

Standby

Estado de espera.
Aún no conozco a nadie que le guste esperar.
Hay muchos tipos de espera. Puedes esperar en un aeropuerto. Puedes esperar un tren. Puedes esperar en una carnicería. No digo que esas tres esperas no se te puedan hacer eternas. Pero sabes que ese avión, ese tren, y ese filete llegarán. De no ser así, alguien te recompensará por las molestias, o te dará una solución.

Pero… esperar una llamada, es de las peores esperas del mundo. Llamar tú sería rebajarse, y por eso alejas el teléfono lo suficiente como para no tocarlo, pero lo suficientemente cerca como para poder oírlo. En tu mente se barajan distintas posibilidades. Puede que no se haya acordado. Puede que haya perdido tu número. Incluso puede que haya pasado de tí (Obviamente, en tu cabeza, la más remota).

Compruebas la hora que es. No es tan grave. Solo pasan 17 minutos. La gente está atareada. Tiene cosas que hacer. No. No llames tú. ¿Qué hay de tu orgullo? Con lo bien que te queda hacerte la ofendida. Pero ahora eso… importa poco. No puedes evitarlo. Marcas. Sorprendentemente, te sabes su número de memoria (no me lo explico).
Te estás arrastrando. Estás llamando tú. Sólo tiene una parte buena. Pone fin a tu espera…
¿O no?
El teléfono móvil al que llama está apagado o fuera de cobertura en este momento. Por favor, inténtelo de nuevo más tarde.

Pero… ¿esta señorita de buenos modales y voz mecánica qué se ha creído?¿Intentarlo más tarde? Antes me muero.

domingo, 16 de enero de 2011

Ceci n'est pas une pipe


Tenemos la curiosa necesidad de ponerle un nombre a todo. A los niños cuando nacen, a las calles, a las playas, a los pintauñas, a los animales. También tienen nombres los números, las comidas y los objetos. Igualmente, lo hacemos con los sentimientos, las canciones, los coches, teléfonos y películas. Hablamos y hablamos sin parar, de todo y de nada, sobre algo irrelevante o importante, curioso o absurdo. Hay gente que habla poco, otra todo lo contrario. Hablamos a veces deprisa, otros despacio.
Aun así, paradójicamente, los momentos que perduran en nosotros son aquellos que nos dejan sin palabras.

jueves, 13 de enero de 2011

Inspiración cero.

Me acostaba ahora y me levantaba pasado mañana :)

miércoles, 12 de enero de 2011

Son las 12.34

Ropa encima de la cama.
Ropa en el suelo.
Ropa en la silla.
Mi cuarto es una selva ahora mismo
y no me apetece...

Creo que hoy voy a dormir en la bañera.



Debido a mi mal despertar lleno de dolores varios (cabeza, garganta, estómago... un completo) me hallo en mi casa organizando apuntes y demás actividades depresivas. Ahora es cuando llega esa sensación de 'soy un despojo humano, pues tuve tooodas las vacaciones para ponerme'. Pero qué le vamos a hacer, todos sabíamos que ocurriría esto.

Esta es la razón de que no elabore una lista de propósitos de año nuevo. Es mejor así. Mis apuntes siguen cogiendo polvo, vivo en un desorden constante (sobre todo nuestro salón, en el que la mierda se reproduce por esporas), nadie se ha apuntado a ningún gimnasio...

Creo que es mejor no forzar, no planear, y un buen día decidir que todo tiene que cambiar. Y ese día, queridos, ha llegado. Aún lo digo con la boca pequeña porque luego no lo cumplo y la decepción es mayor. Pero bueno, todo es proponérselo.

A estudiar! Un mes y todo estará a punto de acabar.

Working!

Pues creo que vamos a poner esto de nuevo en marcha. Más que nada, porque hay que practicar y porque escribir es un vicio muy sano. No sé cada cuanto, ni cómo, ni de qué, pero hablaré, porque siempre hay algo de qué hablar. Desahogo personal, lo llamo yo.

Bueno, dicho esto, buenas noches y buena suerte, que mañana toca teoría de la publicidad.